Hay
frases que se nos quedan grabadas a fuego en el recuerdo, y de cuando en cuando
volvemos sobre ellas descubriendo un nuevo significado o una nueva
interpretación que no habíamos tenido en cuenta.
Eso
me ocurre con esa frase del evangelio de Lucas; el contexto en que se encuentra
es el siguiente: Jesús hace un receso en su itinerario por Israel y, tras haber
enseñado las Bienaventuranzas y las amenazas a
los que se consideran satisfechos (“ricos” los llama él), llama la
atención a sus seguidores sobre los buenos y los malos frutos. Justo antes de
la frase del título cita: “Cada árbol se conoce por sus frutos”. Personalmente,
es una de las enseñanzas que más me han llegado y sobre las que más he
reflexionado de todo el evangelio.
Además,
siempre lo he enlazado con el ejemplo que pone Aristóteles en su obra para
explicar su comprensión del movimiento como paso de la potencia al acto.
La potencia es la posibilidad, lo que se necesita para que algo ocurra; sin
ella no es posible el cambio. El acto, sin embargo, es la culminación del
proceso, la consecución de haber alcanzado las posibilidades que ya
conteníamos. Aristóteles habla de la semilla y del árbol, en orden a que la
semilla es “un árbol en potencia”, y el árbol es “un árbol en acto”. Cada ente
llega a ser lo que puede llegar a
ser; de este modo, un potro no puede llegar a ser un camaleón, ni un chimpancé
podrá asemejarse a una jirafa. No está en su naturaleza. Esto es: las palabras que salen de nuestro interior son
la versión de nosotros que sacamos al exterior, o dicho de otro modo, exponemos
nuestra intimidad a través de las palabras.
Gracias
a esta frase podemos preguntarnos: ¿de qué está lleno mi “corazón”? En este
sentido, podemos usar cualquier sinónimo de corazón, como por ejemplo,
conciencia, pensamiento; así, ¿qué pensamientos tengo como más recurrentes?
¿cuáles son los comentarios que siempre salen en mis conversaciones? Sólo tú
puedes catalogar tus propias palabras: de agradecimiento, de represión,
altivas, despectivas, humildes, rencorosas… También podemos definir por la vía
negativa: ¿cuáles son las palabras que NUNCA salen cuando expongo algo con los
demás? ¿qué deficiencias tengo en mi vocabulario interno? ¿echo en falta algún
término o soy elocuente? Llegado a este punto, hay que recordar que el
vocabulario se enriquece con la lectura, así que ¿de qué me sirvo para
enriquecer mi vocabulario? ¿qué fuentes son las que me sacian y me hacen llenar
mi interior?

Escribir en un blog es, para mí, un ejercicio con una doble finalidad: por un lado, sirve para expresar las palabras que tengo en mi interior, con todo lo que de desarrollo de la libertad personal posee este punto; y, por otro lado, creo que conlleva una responsabilidad, en el sentido de ser el resultado de lo que uno mismo puede dar: nadie da lo que no tiene, y cuando alguien se “atreve” a desnudar su pensamiento (interior) desde sus palabras (exteriores) corre el riesgo de “predicar en el desierto”. El resultado de este blog, es decir, lo que pueda llegar a los lectores, es algo que nadie más que vosotros puede evaluar, y como en todo lo humano, habrá diversidad.
Sólo
espero estar a la altura de vuestras expectativas, acompañar a alguien más con
mis reflexiones y sacar lo mejor que haya ido guardando en mi interior, porque
de ese “corazón” hablará la boca.
Un
cordial saludo y hasta pronto.
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